Aunque soy un ser quejumbroso por naturaleza, también (probablemente la razón de que lo sea) soy muy sensible. ¿Quizá demasiado? Quien sabe, en fin. Aunque me quejo de muchas cosas y critico al mundo y me critico a mí misma y a los demás, también muchas cosas me conmueven de manera positiva.

Reniego de la ciudad y la tecnología y la alienación de las personas. Me encantaría vivir en el campo, sí, y sufro mucho con las aglomeraciones de gente que hay alrededor mío. La prisa, el movimiento, la falta de tiempo para «ser». Tanta preocupación por el sustento… Hace unos meses, cuando la cantidad de gente con la que interactuaba, aumento, me iba a dormir todas las noches refunfuñando por que no había tenido «tiempo» para mí misma.

Pero de pronto, y no sé a qué hecho en particular adjudicarle ésta condición, la mayoría de las cosas que me rodean me ponen feliz. Y sí, me siento un desagradable gusano que babea cursilería y cariño, pero entonces se me ha ocurrido escribir más acerca de las particularidades que me tanto me emocionan en un día. O en muchos días. Quizá en vez de perder el tiempo frente a la compu escribiendo debería despegarme del teclado y vivir más. Pero qué bah! me gusta compartir.

Hoy me espera un día ciertamente, ajetreado. Como el 90% de los días, y en vez de quejarme quiero hablar un poquito de lo que habrá, muchas veces, contrario a lo que espero, el final de lo que pienso va a ser un día casnadísimo y lleno de estrés, termino sintiéndome muy afortunada y agradecida por las personas y las cosas con las que tengo contacto.

EL lugar donde «trabajo»

Muchas veces me dijeron, cuando era chica, que de entre todas las cosas que me gustaban debía elegir sólo una, y volverme una experta. Ahora tengo razones para estar muy en contra de la especialización, pero antes simplemente no pude hacerlo porque me gustaba todo. Me gustaba la danza, la pintura, el medio ambiente, las personas, escribir, y demás.

Ahora por razones del destino estoy en un lugar en donde puedo mezclar todo lo que me gusta, y lo mejor, puedo tener contacto con personas, que si bien no es fácil, es una experiencia muy valiosa que creo que no siempre podemos valorar. En realidad la Cooperativa es un proyecto que ha tenido mucha suerte, y aunque no es una panacea de salvación ni es radical ni parece aventura, sí es una fuente de aprendizaje muy grande. Abrimos hace ya seis meses y hemos trabajado muchísimo en el proyecto.  Para mí ha sido dificil comprometerme del todo pues siempre siento que mis alas que quieren volar están a la espera de algo siempre. Pero he aquí la gran lección; entre más esfuerzo pongo en un sueño que es de muchos, más fuertes se vuelven mis propios sueños, y conforme más trabajo por este proyecto, más aprendo de mi misma y de mis habilidades, descubro nuevas posibilidades, y me preparo todos los días para «algo».

Hay nuevas plantitas en la Coop, hay un nuevo proyecto que está albergando el espacio, un laboratorio de diseño, y hubo arreglos que se hicieron al espacio. También hay más personas que vienen al espacio a trabajar, sus proyectos, sus tesis, o sólo a navegar en internet, platican con nosotros, se nos ocurren ideas, oímos buena música, y aunque siempre tenemos mucho trabajo qué hacer, es muy emocionante ver cómo hace un año soñábamos con esto que ahora es una realidad.

También, la Cooperativa ha sido un nido de conflictos para mí. Representar tener que confrontarme con mi narcisimo, con mi mega EGO, que quiere luchar sólo por su idealismo, y que deseña mucho el trabajo y el papel de los demás en la construcción de nuestra realidad. Sería muy sencillo no luchar por construir un proyecto. En cambio, trabajar por levantar algo así me tiene siempre en conflicto, y la cuestión luminosa y positiva de esto es que quizá estoy aprendiendo a aprender de los conflictos. A ser tolerante, a colaborar y usar las diferencias para avanzar y no para dividir. A veces siento mi corazón lleno de odio por tonterías, el ego, o alguna voz que me susurra cosas negativas de los otros. (Por cierto, qué podridos son los chismes) Pero entonces, (he aquí el elemento místico de mi relato) «algo» pasa, y llegan a mi palabras que me consuelan y me animan, o que me retan y de pronto; el caos se convierte en orden. Y de un revoltijo de complicaciones de todo tipo, surge una oportunidad hermosa para seguir construyendo, con un poco más de sabiduría cada vez. O así lo pienso.

Ayer fue día de abrazos en la coop. Hay nuevas platitas, y linda música suena entorno a muchas personas maravillosas. Sí, el mundo se cae, pero tengo buenas razones para pensar que al menos tengo oportunidad de poner mi esfuerzo en un intento lleno de fe por un mundo mejor.

Mañana les cuento más!

viva la vida!

3 comentarios en “:)

  1. Que maravilla. La marca para mi de un buen autor o un buen amigo, o quizá los dos, esta en esos momentos cuando encuentras a alguien que puede poner en palabras esas cosas que sentimos o hacemos y que nunca logramos organizar verbalmente. Es necesario tener que aprender del conflicto? Seguro no es así siempre, pero ultimamente he encontrado que solo atravez del conflicto he podido aprender y tener que enfrentarme a mi mismo, y puede ser una batalla dura…
    En fin. Un abrazo,
    Gracias! 🙂

    1. Ayer cuando andaba en la calle, refunfuñé por que pensé en una persona que me molesta. Luego me puse reflexionar, qué personas me han molestado a lo largo de mi vida insulsa? pues, realmente no hay un perfil de gente que me moleste, es relativo lo que determina que tengamos conflictos con ciertas personas. Creo que he construido mucho mi personalidad, en el pasado, basándome en lo que yo NO quiero hace como alguien. Uso al Otro como contraparte para afirmarme. Eso la verdad a veces ayuda, pero entonces me puse a pensar en mi presente, (el presente que me gusta ahora) y me doy cuenta de que también me afirmo a partir de la postividad que veo en los otros. Ando con mucha esperanza!!

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